Francisco de Quevedo
Sonetos (fragmento)
Podrá cerrar mis ojos la postrera
sombra que me arrebate el blanco día,
y podrá desatada el alma mía
al fin libre de afán volar ligera.
Pero ni al otro lado en la ribera
dejará la memoria en donde ardía,
nadar sabe mi llama el agua fría
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que vida a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido.
Su cuerpo dejarán, no su cuidado,
serán ceniza, mas tendrán sentido,
polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo (1580-1645)
jueves, 7 de julio de 2011
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