martes, 29 de junio de 2010
Aleluya
Ahora, soy duro, era un pacto secreto,
tocaba David y al Señor le encantaba.
Pero a ti no te importa la música, ¿no?
Mira ésto: la cuarta, la quinta,
la menor que baja, la mayor que sube,
el Rey derrotado compone Aleluya.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Tu fe era firme, pero querías pruebas.
La viste bañarse sobre la terraza,
te venció su belleza y el claro de luna.
Ella te ató a una silla de cocina,
derribó tu trono y te cortó el cabello,
y de tu boca arrancó un Aleluya.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Dijiste que dije el nombre en vano,
igual yo no conocía el nombre.
Pero si lo sabía, bueno, ¿qué?
Hay un estallido de luz en cada palabra,
y no es importante si has oído
el sagrado o el quebrado Aleluya.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Hice lo que pude, aunque no mucho.
No podía sentir y traté de tocar.
Te digo la verdad, no te estoy engañando.
Incluso si todo salió mal,
cuando esté ante el Señor de la Canción,
sólo tendré en la lengua un Aleluya.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Cariño, yo ya estuve en este sitio,
conocí ya este cuarto, ya recorrí este suelo.
Vivía solo antes de conocerte.
Vi tu bandera sobre el arco de mármol.
El amor no es una marcha triunfal,
es un frío y quebrado Aleluya.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Hubo una época en que me decías
lo que pasaba realmente aquí abajo,
pero ya no me dices nunca nada.
Cuando en ti me movía, me acuerdo,
la paloma sagrada se movía también,
y cada aliento exhalado era un Aleluya.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Tal vez haya un Dios allá arriba,
pero si algo aprendí del amor
fue a tirar sobre aquel que te ofende.
Y lo que oyen no es una protesta
ni un peregrino que viera la luz,
es un frío y quebrado Aleluya.
¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Aleluya! ¡Aleluya!
Leonard Cohen (1985)
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