Jaime Silva Gutierrez, autor, traductor (Shakespeare, Tenesse Williams, Becket); poeta ("El Evangelio según San Jaime", "El Obsceno Pájaro de la Noche", adaptación de la novela del mismo nombre de José Donoso, "Las Peregrinas de Concepción", "The Pilgrimage of the Nuns of Concepcion", traducida por Rosa Stewart y dirigida por Lina de Guevara para el Puente Theatre de Victoria, Canadá, en 2010); actor ("Actos sin Palabras" de Samuel Becket y su pieza original "La Comedia Española"); director y adaptador de teatro clásico y contemporáneo, tanto en Chile como en el extranjero, comenzó su carrera en 1958, cuando siendo alumno de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, estrenó “La Princesa Panchita”, texto emblemático del teatro infantil chileno, que fue también su primera colaboración con el músico Luis Advis. Con el CADIP, estrena “Las Beatas de Talca” (1959), “Los Niños en el Desván” (1960), y con el ICTUS, “Los Grillos Sordos” (1962). Con su obra “Arturo y el Ángel” gana el primer premio en el concurso organizado por Domingo Tessier en la Casa de la Cultura de Ñuñoa (1963). Luego vendrán “Juego de Niños”, “Las Travesuras de Don Dionisio” y “La Fantástica Isla de los Casianimales” (traducida al francés como "l'Île aux Animaux Fantastiques" y estrenada en Montreal en 1983). Paralelamente a su labor teatral, escribe por varios años los libretos de “Las Aventuras de Cachencho” para la televisión. En 1969 el ITUCH estrena “El Evangelio según San Jaime”, dirigido por Pedro Orthous, con música de Sergio Ortega y diseños de Guillermo Núñez, producción que adquiere una resonancia artística, social, política y religiosa nunca vista en el ámbito del Teatro Chileno. Silva dedicó gran parte de su larga carrera a la docencia y a la creación de grupos: Valdivia, Chile (1973-1975); Barcelona, España (1977-1981); Montreal, Canadá (1981-1986); trabajo que continuó con la misma dedicación generosa y sin concesiones después de su regreso a Chile en 1986.
lunes, 27 de diciembre de 2010
Jaime Silva Gutierrez (1934-2010)
Jaime Silva Gutierrez
Jaime Silva Gutierrez, autor, traductor (Shakespeare, Tenesse Williams, Becket); poeta ("El Evangelio según San Jaime", "El Obsceno Pájaro de la Noche", adaptación de la novela del mismo nombre de José Donoso, "Las Peregrinas de Concepción", "The Pilgrimage of the Nuns of Concepcion", traducida por Rosa Stewart y dirigida por Lina de Guevara para el Puente Theatre de Victoria, Canadá, en 2010); actor ("Actos sin Palabras" de Samuel Becket y su pieza original "La Comedia Española"); director y adaptador de teatro clásico y contemporáneo, tanto en Chile como en el extranjero, comenzó su carrera en 1958, cuando siendo alumno de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, estrenó “La Princesa Panchita”, texto emblemático del teatro infantil chileno, que fue también su primera colaboración con el músico Luis Advis. Con el CADIP, estrena “Las Beatas de Talca” (1959), “Los Niños en el Desván” (1960), y con el ICTUS, “Los Grillos Sordos” (1962). Con su obra “Arturo y el Ángel” gana el primer premio en el concurso organizado por Domingo Tessier en la Casa de la Cultura de Ñuñoa (1963). Luego vendrán “Juego de Niños”, “Las Travesuras de Don Dionisio” y “La Fantástica Isla de los Casianimales” (traducida al francés como "l'Île aux Animaux Fantastiques" y estrenada en Montreal en 1983). Paralelamente a su labor teatral, escribe por varios años los libretos de “Las Aventuras de Cachencho” para la televisión. En 1969 el ITUCH estrena “El Evangelio según San Jaime”, dirigido por Pedro Orthous, con música de Sergio Ortega y diseños de Guillermo Núñez, producción que adquiere una resonancia artística, social, política y religiosa nunca vista en el ámbito del Teatro Chileno. Silva dedicó gran parte de su larga carrera a la docencia y a la creación de grupos: Valdivia, Chile (1973-1975); Barcelona, España (1977-1981); Montreal, Canadá (1981-1986); trabajo que continuó con la misma dedicación generosa y sin concesiones después de su regreso a Chile en 1986.
Jaime Silva Gutierrez, autor, traductor (Shakespeare, Tenesse Williams, Becket); poeta ("El Evangelio según San Jaime", "El Obsceno Pájaro de la Noche", adaptación de la novela del mismo nombre de José Donoso, "Las Peregrinas de Concepción", "The Pilgrimage of the Nuns of Concepcion", traducida por Rosa Stewart y dirigida por Lina de Guevara para el Puente Theatre de Victoria, Canadá, en 2010); actor ("Actos sin Palabras" de Samuel Becket y su pieza original "La Comedia Española"); director y adaptador de teatro clásico y contemporáneo, tanto en Chile como en el extranjero, comenzó su carrera en 1958, cuando siendo alumno de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, estrenó “La Princesa Panchita”, texto emblemático del teatro infantil chileno, que fue también su primera colaboración con el músico Luis Advis. Con el CADIP, estrena “Las Beatas de Talca” (1959), “Los Niños en el Desván” (1960), y con el ICTUS, “Los Grillos Sordos” (1962). Con su obra “Arturo y el Ángel” gana el primer premio en el concurso organizado por Domingo Tessier en la Casa de la Cultura de Ñuñoa (1963). Luego vendrán “Juego de Niños”, “Las Travesuras de Don Dionisio” y “La Fantástica Isla de los Casianimales” (traducida al francés como "l'Île aux Animaux Fantastiques" y estrenada en Montreal en 1983). Paralelamente a su labor teatral, escribe por varios años los libretos de “Las Aventuras de Cachencho” para la televisión. En 1969 el ITUCH estrena “El Evangelio según San Jaime”, dirigido por Pedro Orthous, con música de Sergio Ortega y diseños de Guillermo Núñez, producción que adquiere una resonancia artística, social, política y religiosa nunca vista en el ámbito del Teatro Chileno. Silva dedicó gran parte de su larga carrera a la docencia y a la creación de grupos: Valdivia, Chile (1973-1975); Barcelona, España (1977-1981); Montreal, Canadá (1981-1986); trabajo que continuó con la misma dedicación generosa y sin concesiones después de su regreso a Chile en 1986.
martes, 16 de noviembre de 2010
La ilaha ilal lah
Shaykh Nazim al-Haqqani
"He vagado sin rumbo por amor a la luna
sin saber si eran años o minutos los días."
Rumi
"He vagado sin rumbo por amor a la luna
sin saber si eran años o minutos los días."
Rumi
domingo, 7 de noviembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
Poesía en movimiento [I]
"Todo se mueve en
el universo, desde
las galaxias a los
átomos. La creación
entera danza sin fin
celebrando la vida."
Sufí
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Alcohol puro
Gabriel RojoGabriel Rojo Recalde
(Fragmento)
13
A Clemente,
por la botella de vino
que todavía le debo,
y a Eugenia,
por el tiempo perdido y recobrado.
Mi máquina del tiempo
llena de abolladuras y de herrumbre.
Mi máquina del tiempo
que el tiempo ha reducido
a una vieja carcaza.
Los comandos son sólo
un enredo de cables
y agujas inservibles.
Quería ir a Acapulco
para encontrarme con Marilyn Monroe
en una playa sola
a la luz de la luna,
pero caí en Toltén
y más tarde en Valdivia
con truenos y relámpagos.
"Nous avons tant aimé
l'amour est mort."
¿Dónde están, me pregunto,
dónde están,
el amor que debía
hacernos tan felices,
la gloria que soñamos
y que siempre tuvimos
por natural y cierta?
¿Dónde están los que fueron
un día imprescindibles?
Adolescentes bellas como diosas,
¿en qué se han convertido?
"Nous avons tant aimé
(Fragmento)
13
A Clemente,
por la botella de vino
que todavía le debo,
y a Eugenia,
por el tiempo perdido y recobrado.
Mi máquina del tiempo
llena de abolladuras y de herrumbre.
Mi máquina del tiempo
que el tiempo ha reducido
a una vieja carcaza.
Los comandos son sólo
un enredo de cables
y agujas inservibles.
Quería ir a Acapulco
para encontrarme con Marilyn Monroe
en una playa sola
a la luz de la luna,
pero caí en Toltén
y más tarde en Valdivia
con truenos y relámpagos.
"Nous avons tant aimé
l'amour est mort."
¿Dónde están, me pregunto,
dónde están,
el amor que debía
hacernos tan felices,
la gloria que soñamos
y que siempre tuvimos
por natural y cierta?
¿Dónde están los que fueron
un día imprescindibles?
Adolescentes bellas como diosas,
¿en qué se han convertido?
"Nous avons tant aimé
l'amour est mort."
Mi máquina del tiempo,
es tiempo de meterla en el garage
para una nueva mano de pintura,
un inútil ajuste de motor,
y mostrársela a los hijos que no tuve.
14
Fue en la lluvia salvaje del 76.
Un otoño violento en la memoria.
El olor de su cuerpo me llegaba
a través de la ropa, ardiente y húmedo.
Ojos oblicuos, turbios de deseo
y los labios brillantes de saliva.
(La presión de unos dedos en la espalda desnuda,
quemándole la piel bajo la tela).
Yo estaba lejos, triste, desolado,
oyendo los latidos de su corazón.
La perdí para siempre, para siempre,
y ha dado vida en otro a mis sueños perdidos.
15
A Cristián.
Lamentable hermano,
los que nacimos el 48,
al fin de la Gran Guerra,
con el juicio de Nuremberg
en la pantalla grande,
con lo mejor de Hollywood
dando a la hipocresía
una sebosa mano de barniz,
no hemos sido mejores.
Hermano, hermano mío,
la guerra continúa,
el caballo de Troya
incendia las ciudades
y la furia de Aquiles
arrastra todavía
el cadáver desnudo
de Héctor con su carro
y la furia de Aquiles
arrastra todavía
el cadáver desnudo
de Héctor con su carro
—Ulises viola aún
a la virgen del templo
y la sangre es un río
de estrellas que se pudre.
Hemos creído en dioses
que al igual que nosotros
estaban condenados
a nacer y a morir.
Sí, amigo, el inocente
es ahora culpable,
y el corazón del cielo
se desangra en la noche
más larga de la historia.
¡Oh, lamentable hermano,
todavía se sueña
con una poesía hecha por todos!
Gabriel Rojo (1989)
sábado, 31 de julio de 2010
Boogie Street
Leonard Cohen
Oh Corona de Luz, Oh Oscuridad,
Oh Corona de Luz, Oh Oscuridad,
nunca pensé que nos encontraríamos,
besas mis labios y ya :
estoy de regreso a Boogie Street.
Un trago de vino, un cigarrillo,
y es hora de partir.
Puse la cocina en orden,
afiné el viejo banjo.
Me esperan en el embotellamiento,
me guardan un lugar.
Soy lo que soy, y lo que soy,
se halla de regreso a Boogie Street.
Y, oh mi amor, todavía me acuerdo
del placer que teníamos,
los ríos y la cascada
donde nos bañábamos.
Y como maravillado por tu belleza
me arrodillé a secarte los pies.
Así es como tu encaminas
un hombre hacia Boogie Street.
Oh Corona de Luz, Oh Oscuridad,
nunca pensé que nos encontraríamos,
besas mis labios y ya :
estoy de regreso a Boogie Street.
Vamos amigos, vengan sin miedo,
aquí uno se siente tan frágil.
Estamos hechos de amor,
en amor nos disolvemos.
Todos los mapas de sangre y carne
están colgados en la puerta,
y nadie aún nos ha dicho
qué es Boogie Street y de que sirve.
Un trago de vino, un cigarrillo,
y es hora de partir.
Puse la cocina en orden,
afiné el viejo banjo.
Me esperan en el embotellamiento,
me guardan un lugar.
Soy lo que soy, y lo que soy,
se halla de regreso a Boogie Street.
Leonard Cohen (2001)
miércoles, 14 de julio de 2010
Dance me to the end of love
Yeshe Tsogyal
Báilame hasta el fin del amor
Báilame tu belleza
con un violín abrasador,
báilame en el espanto
hasta que pueda volver en mí,
álzame como un ramo de olivo
y sé la paloma que vuelve.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Oh déjame ver tu belleza
cuando la tristeza se vaya,
déjame ver los movimientos
que se hacían en Babilonia,
muéstrame muy lentamente
lo que he visto sólo en silueta.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame yendo a la boda,
báilame una y otra vez,
báilame muy tiernamente,
báilame por largo tiempo,
estamos los dos en su poder,
bajo su influjo por la eternidad.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame por los niños
que piden venir al mundo,
báilame por las cortinas
viejas ya de tantos besos,
levanta una tienda refugio,
con todos los lazos rotos.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame tu belleza
con un violín abrasador,
báilame en el espanto
hasta que pueda volver en mí,
tócame con tu mano desnuda,
o tócame con tu guante.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Leonard Cohen (1985)
Báilame hasta el fin del amor
Báilame tu belleza
con un violín abrasador,
báilame en el espanto
hasta que pueda volver en mí,
álzame como un ramo de olivo
y sé la paloma que vuelve.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Oh déjame ver tu belleza
cuando la tristeza se vaya,
déjame ver los movimientos
que se hacían en Babilonia,
muéstrame muy lentamente
lo que he visto sólo en silueta.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame yendo a la boda,
báilame una y otra vez,
báilame muy tiernamente,
báilame por largo tiempo,
estamos los dos en su poder,
bajo su influjo por la eternidad.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame por los niños
que piden venir al mundo,
báilame por las cortinas
viejas ya de tantos besos,
levanta una tienda refugio,
con todos los lazos rotos.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame tu belleza
con un violín abrasador,
báilame en el espanto
hasta que pueda volver en mí,
tócame con tu mano desnuda,
o tócame con tu guante.
Báilame hasta el fin del amor.
Báilame hasta el fin del amor.
Leonard Cohen (1985)
sábado, 10 de julio de 2010
La flor del aire
Gabriela Mistral
A Consuelo Saleva.
Yo la encontré por mi destino,
de pie a mitad de la pradera,
gobernadora del que pase,
del que le hable y que la vea.
Y ella me dijo: -"Sube al monte.
Yo nunca dejo la pradera,
y me cortas las flores blancas
como nieves, duras y tiernas."
Subí a la ácida montaña
y busqué flores donde albean,
entre las rocas existiendo
medio dormidas y despiertas.
Cuando bajé, con carga mía,
la hallé a mitad de la pradera,
y fui cubriéndola frenética,
con un torrente de azucenas.
Y sin mirarse la blancura,
ella me dijo: "Tú acarrea
ahora sólo flores rojas.
Yo no puedo pasar la pradera.
Trepé las peñas con el venado,
y busqué flores de demencia,
las que rojean y parecen
que de rojez vivan y mueran.
Cuando bajé se las fui dando
con un temblor feliz de ofrenda,
y ella se puso como el agua
que en ciervo herido se ensangrienta.
Pero mirándome, sonámbula,
me dijo: "Sube y acarrea
las amarillas, las amarillas.
Yo nunca dejo la pradera."
Subí derecho a la montaña
y me busqué las flores densas,
color de sol y de azafranes,
recién nacidas y ya eternas.
Al encontrarla, como siempre,
a la mitad de la pradera,
segunda vez yo fui cubriéndola,
y la dejé como las eras.
Y todavía, loca de oro,
me dijo: -"Súbete, mi sierva,
y cortarás las sin color,
ni azafranadas ni bermejas”
"Las que yo amo por recuerdo
de la Leonora y la Ligeia,
color del Sueño y de los sueños.
Yo soy Mujer de la pradera.
Me fui ganando la montaña,
ahora negra como Medea,
sin tajada de resplandores,
como una gruta vaga y cierta.
Ellas no estaban en las ramas,
ellas no abrían en las piedras
y las corté del aire dulce,
tijereteándolo ligera.
Me las corté como si fuese
la cortadora que está ciega.
Corté de un aire y de otro aire,
tomando el aire por mi selva...
Cuando bajé de la montaña
y fui buscándome a la reina,
ahora ella caminaba,
ya no era blanca ni violenta.
Ella se iba, la sonámbula,
abandonando la pradera,
y yo siguiéndola y siguiéndola
por el pastal y la alameda.
Cargada así de tantas flores,
con espaldas y mano aéreas,
siempre cortándolas del aire,
y con los aires como siega...
Ella delante va sin cara;
ella delante va sin huella,
y yo la sigo todavía
entre los gajos de la niebla,
Con estas flores sin color,
ni blanquecinas ni bermejas,
hasta mi entrega sobre el límite,
cuando mi Tiempo se disuelva...
Gabriela Mistral (1889-1957)
A Consuelo Saleva.
Yo la encontré por mi destino,
de pie a mitad de la pradera,
gobernadora del que pase,
del que le hable y que la vea.
Y ella me dijo: -"Sube al monte.
Yo nunca dejo la pradera,
y me cortas las flores blancas
como nieves, duras y tiernas."
Subí a la ácida montaña
y busqué flores donde albean,
entre las rocas existiendo
medio dormidas y despiertas.
Cuando bajé, con carga mía,
la hallé a mitad de la pradera,
y fui cubriéndola frenética,
con un torrente de azucenas.
Y sin mirarse la blancura,
ella me dijo: "Tú acarrea
ahora sólo flores rojas.
Yo no puedo pasar la pradera.
Trepé las peñas con el venado,
y busqué flores de demencia,
las que rojean y parecen
que de rojez vivan y mueran.
Cuando bajé se las fui dando
con un temblor feliz de ofrenda,
y ella se puso como el agua
que en ciervo herido se ensangrienta.
Pero mirándome, sonámbula,
me dijo: "Sube y acarrea
las amarillas, las amarillas.
Yo nunca dejo la pradera."
Subí derecho a la montaña
y me busqué las flores densas,
color de sol y de azafranes,
recién nacidas y ya eternas.
Al encontrarla, como siempre,
a la mitad de la pradera,
segunda vez yo fui cubriéndola,
y la dejé como las eras.
Y todavía, loca de oro,
me dijo: -"Súbete, mi sierva,
y cortarás las sin color,
ni azafranadas ni bermejas”
"Las que yo amo por recuerdo
de la Leonora y la Ligeia,
color del Sueño y de los sueños.
Yo soy Mujer de la pradera.
Me fui ganando la montaña,
ahora negra como Medea,
sin tajada de resplandores,
como una gruta vaga y cierta.
Ellas no estaban en las ramas,
ellas no abrían en las piedras
y las corté del aire dulce,
tijereteándolo ligera.
Me las corté como si fuese
la cortadora que está ciega.
Corté de un aire y de otro aire,
tomando el aire por mi selva...
Cuando bajé de la montaña
y fui buscándome a la reina,
ahora ella caminaba,
ya no era blanca ni violenta.
Ella se iba, la sonámbula,
abandonando la pradera,
y yo siguiéndola y siguiéndola
por el pastal y la alameda.
Cargada así de tantas flores,
con espaldas y mano aéreas,
siempre cortándolas del aire,
y con los aires como siega...
Ella delante va sin cara;
ella delante va sin huella,
y yo la sigo todavía
entre los gajos de la niebla,
Con estas flores sin color,
ni blanquecinas ni bermejas,
hasta mi entrega sobre el límite,
cuando mi Tiempo se disuelva...
Gabriela Mistral (1889-1957)
miércoles, 7 de julio de 2010
Iluminaciones
Arthur Rimbaud
Arthur Rimbaud (1854-1891)
En un granero donde me encerraron a los doce años conocí el mundo, ilustré la comedia humana. En una despensa aprendí la historia. De noche en ciertas fiestas en una ciudad del Norte, encontré todas las mujeres de los antiguos pintores. En un viejo pasaje de París me enseñaron las ciencias clásicas. En una magnífica propiedad rodeada por el Oriente entero, terminé mi obra inmensa y pasé mi ilustre retiro. Agité mi sangre. Mi deber me es relevado. Ya no hay ni que soñar con eso. Soy realmente de ultratumba y no hay encargos.
Arthur Rimbaud (1854-1891)
martes, 29 de junio de 2010
El futuro
Denme mi noche perdida,
mi cuarto de espejos, mi vida secreta.
Aquí estamos solos
y no hay nadie a quien torturar.
Denme un control absoluto
sobre cada alma viviente,
y acuéstate a mi lado, amor,
¡es una orden!
Denme crak y coito anal,
cojan el único árbol que queda
y métanlo en el hoyo
de vuestra cultura.
Denme el Muro de Berlin,
denme Estálin y San Pablo,
hermano, yo he visto el futuro,
es homocidio.
Las cosas irán en todas direcciones,
y no quedará nada,
nada que puedan medir.
La bruma del mundo
ha pasado el umbral
y ha transgredido
el orden del alma.
Cuando dicen, Arrepiéntete...
¡Arrepiéntete! ¡Arrepiéntete!
Me pregunto de qué hablan.
Ustedes en realidad no me conocen,
no me pueden conocer,
nunca me han conocido.
Yo soy el pequeño judío
que escribió la biblia.
Yo he visto las naciones elevarse y caer,
yo conozco la historia, todas las historias,
pero el amor es el único mecanismo de sobrevivencia.
A vuestro servidor, aquí presente, le aconsejaron
decirlo claramente, fríamente,
se acabó, ya no se puede
ir más lejos.
Y ahora los engranajes del cielo se atascan,
se siente la llegada de Satán.
Prepárense para el futuro,
es homicidio.
Las cosas irán en todas direcciones,
el viejo código occidental
se derrumba.
La vida pribada volará en pedazos,
habrá fantasmas,
fuegos en la ruta,
y el hombre blanco que baila.
Verán a su mujer
colgada cabeza abajo,
el rostro cubierto por la falda que cuelga,
y una manada de poetas piojosos,
alrededor,
tratando de imitar a Charlie Manson.
Denme el Muro de Berlín,
denme Estálin y San Pablo,
denme Cristo o Hirochima.
Y otro feto a destruir,
ya no queremos a los niños,
yo vi el futuro, amor,
es homicidio.
Las cosas irán en todas direcciones,
y no quedará nada.
Nada que puedan medir.
La bruma del mundo
ha pasado el umbral
y ha transgredido
el orden del alma.
Cuando dicen, Arrepiéntete...
¡Arrepiéntete! ¡Arrepiéntete!
Me pregunto de qué hablan.
Leonard Cohen (1992)
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