(Fragmento)
13
A Clemente,
por la botella de vino
que todavía le debo,
y a Eugenia,
por el tiempo perdido y recobrado.
Mi máquina del tiempo
llena de abolladuras y de herrumbre.
Mi máquina del tiempo
que el tiempo ha reducido
a una vieja carcaza.
Los comandos son sólo
un enredo de cables
y agujas inservibles.
Quería ir a Acapulco
para encontrarme con Marilyn Monroe
en una playa sola
a la luz de la luna,
pero caí en Toltén
y más tarde en Valdivia
con truenos y relámpagos.
"Nous avons tant aimé
l'amour est mort."
¿Dónde están, me pregunto,
dónde están,
el amor que debía
hacernos tan felices,
la gloria que soñamos
y que siempre tuvimos
por natural y cierta?
¿Dónde están los que fueron
un día imprescindibles?
Adolescentes bellas como diosas,
¿en qué se han convertido?
"Nous avons tant aimé
l'amour est mort."
Mi máquina del tiempo,
es tiempo de meterla en el garage
para una nueva mano de pintura,
un inútil ajuste de motor,
y mostrársela a los hijos que no tuve.
14
Fue en la lluvia salvaje del 76.
Un otoño violento en la memoria.
El olor de su cuerpo me llegaba
a través de la ropa, ardiente y húmedo.
Ojos oblicuos, turbios de deseo
y los labios brillantes de saliva.
(La presión de unos dedos en la espalda desnuda,
quemándole la piel bajo la tela).
Yo estaba lejos, triste, desolado,
oyendo los latidos de su corazón.
La perdí para siempre, para siempre,
y ha dado vida en otro a mis sueños perdidos.
15
A Cristián.
Lamentable hermano,
los que nacimos el 48,
al fin de la Gran Guerra,
con el juicio de Nuremberg
en la pantalla grande,
con lo mejor de Hollywood
dando a la hipocresía
una sebosa mano de barniz,
no hemos sido mejores.
Hermano, hermano mío,
la guerra continúa,
el caballo de Troya
incendia las ciudades
y la furia de Aquiles
arrastra todavía
el cadáver desnudo
de Héctor con su carro
y la furia de Aquiles
arrastra todavía
el cadáver desnudo
de Héctor con su carro
—Ulises viola aún
a la virgen del templo
y la sangre es un río
de estrellas que se pudre.
Hemos creído en dioses
que al igual que nosotros
estaban condenados
a nacer y a morir.
Sí, amigo, el inocente
es ahora culpable,
y el corazón del cielo
se desangra en la noche
más larga de la historia.
¡Oh, lamentable hermano,
todavía se sueña
con una poesía hecha por todos!
Gabriel Rojo (1989)